martes, 1 de diciembre de 2015

El milagro del amor

Anoche, mientras mi novio me besaba, me preguntó qué significaba mi mirada "ambigua". Sonriéndole, le dije que nada especial, que estaba bien. Pero una vez a solas con mis pensamientos, reflexioné sobre ello: ¡Es tan extraño, el que estemos juntos! Porque hace un tiempo éramos dos desconocidos. Y ahora, somos pareja. Dos personas que unen sus caminos, que de un día para otro cuentan la una con la otra, tan a mano y tan familiarmente que cualquiera diría que siempre estuvimos juntos.

Y, a veces, lo miro y me maravillo. De que nos importemos el uno al otro, de que nos hayamos acostumbrado a tenernos, de que ya esperamos que siempre sea así. Me abraza o le abrazo yo, me cuenta sus cosas o yo las mías y damos por hecho que nuestro afecto sigue ahí.

Pero es sólo una ilusión, un momento efímero. Aunque también una realidad, nuestra realidad. Y deseamos que perdure. El milagro del amor.

Porque la naturaleza del amor es de por sí voluble y móvil y vivimos nuestro día a día como si fuera algo seguro e inamovible. Y así lo creemos: sólo una fuerza mayor podría separarnos, sólo algo que estuviera por encima de nuestras voluntades. Lo demás, se puede trabajar.

Yo lo miro y me siento enamorada, como el primer día que empezamos a salir, que le pregunté "pero, ¿estamos saliendo?" y me contestó "Pues claro".  "¡Qué ilusión!", fue mi sincera respuesta. Ya ha pasado un año desde ese día. Pero me parece que fue ayer. Porque aún siento lo mismo.

Y, mientras siga sintiendo esta ilusión cuando le miro a los ojos, mientras siga viendo en ellos esa mirada tan suya, seguiré maravillándome de estar viviendo el milagro del amor.